Cuando ocurre un incendio forestal el foco de atención no sólo está puesto en la protección del bosque y el medio ambiente, sino que en mayor medida en la vida de las personas, y en los bienes materiales de éstas.
A muestra de un botón en la temporada 2016-2017, en la cual ocurrieron los megaincendios, los incendios forestales provocaron serios daños, con una pérdida de once vidas humanas, acompañado de un gran impacto en las economías locales y en la infraestructura y bienes materiales de la ciudadanía.
Con respecto a lo anterior es imprescindible gestionar las zonas de contacto entre las personas y la vegetación, es decir la gestión de la interfaz urbano-forestal. Según Caballero, 2004, la interfaz urbano-forestal corresponde a la línea, área o zona donde las estructuras y otras construcciones humanas se encuentran o entremezclan con terrenos forestales no modificados o combustible de origen forestal.